Las marcas de Junior. Por Rodrigo Fluxá (El Mercurio Chile)
#1
Les dejo este increíble texto de Rodrigo Fluxá para entretenerse un rato.

[Imagen: tumblr_m6ikwotKib1qzlel5o1_500.jpg]


-¡Juniooooooor!
Antenor Fernandes Da Silva llegó el año 80 a Chile. Había sido futbolista aficionado en Brasil, pero se presentaba como empresario artístico y líder de Rio Canta y Baila, un show nocturno de variedades. Él, además de músico, vendía las presentaciones y su mujer se encargaba del vestuario. Durante tres años recorrieron casi todo el país, de Calama hasta Punta Arenas.
La compañía duró activa dos años: las bailarinas que había traído empezaron a conocer chilenos durante las presentaciones y se alejaron del ambiente, en busca de una vida más tranquila. Lindinalva Virgilio Vitoria era la principal atracción: una morena de 1,80 m, que terminó emparejándose con el propio Antenor, que dejó a su mujer.
Ambos se fueron al norte. En 1986, en Iquique, nació Christian, el primer hijo de la pareja. En octubre de 1988, dos meses antes que Alexis Sánchez, también en Tocopilla, nació Antenor Junior: Junior. En el puerto Lindinalva, ya conocida como Lindú, seguía bailando en un night club de nombre oriental.
-El 92 se fueron todos a Argentina y Brasil -recuerda Sidney Silva, actual baterista de Illapu y uno de los siete hijos que tuvo Antenor en su matrimonio anterior-. A los dos años volvieron y se quedaron los cuatro un par de meses conmigo en Quinta Normal. Después se instalaron en Calama.
Antenor viajó para explorar las opciones en una ciudad famosa por su vida nocturna, pero fue Lindú la que causó mayor impacto. Su primer trabajo fue en el Lucifer: pese a que en 1996 no tenía la figura de quince años atrás, seguía llamando la atención. José Manuel Hidalgo, el dueño, se transformó en una especie de padrino de Junior.
Lindú comenzó, además, a vender sándwiches a los asistentes y al resto de las bailarinas que trabajaban en el lugar; tendía a protegerlas de los abusos de los clientes. Terminó su relación con Antenor: él se fue de Calama primero y de Chile después. Ella, con lo que había juntado, puso su propio local, el Ipanema, una pequeña sala en la que se podían encontrar mujeres extranjeras.
En ese punto, Christian y Junior ya estaban es la Escuela de Fútbol de Cobreloa. Javier Briceño, a cargo, los recibió:
-Ella intuía que no les daba para el estudio y quería que fueran futbolistas profesionales. Y como trabajaba de noche y dormía de día, necesitaba también que no estuvieran en la casa molestando. Era de las mamás más preocupadas: si había algún niño que no podía ir a una gira por falta de plata, se ponía con 30 mil pesos. Muy querida.
Ambos empezaron como arqueros. A los nueve años, Junior fue a una gira a Santos, Brasil. Rigoberto Alvarado viajó a cargo de grupo:
-El sistema era que a los niños los recibían familias brasileñas, todas muy pobres. Los jugadores que eran hijos de funcionarios de Codelco, acostumbrados a otra cosa, se espantaron, tuvimos que sacar a varios de las casas. El Junior, en cambio, estaba feliz en las favelas, se sentía como en su casa.
Christopher Godoy era del mismo año y completó casi todas las etapas formativas con él. Fue su compañero en la delantera, cuando Junior dejó el arco.
-Fue bien mimado, yo creo que por el mismo hecho de ser negrito, lo que no era muy usual en Calama en ese tiempo. Todos esperaban que hiciera algo extraordinario en la cancha. Christian era mucho mejor que Junior , tenía más personalidad, lo andaba molestando siempre, pero cuando alguien se metía con él, salía a defenderlo. Una vez en Arica un jugador contrario le dijo en el camarín a Junior algo sobre lo que hacía su mamá y el "Tutu" (Christian) se le tiró encima como loco.
El tema de la línea de trabajo de la madre fue ampliamente discutido en Cobreloa. Una asistente social de la escuela de fútbol, según recuerdan los dirigentes, hizo un informe detallado de las condiciones en que vivían: Lindú ya se había emparejado nuevamente. Los resultados fueron definitivos: era recomendable que ambos dejaran la casa.
-Pero Lindú se opuso siempre -confirma Briceño-. Era como una leona, prefería tener a sus cachorros cerca. Los mantenía contenidos, aún en ese ambiente. Ella me llamaba a la una de la mañana diciéndome: Briceño, aún no han llegado. Y yo partía a buscarlos a discos, a fiestas. Y al día siguiente ella llegaba con los dos a la sede del club y, era muy gracioso, me decía muy ceremoniosa: le pido permiso para pegarles. Y los agarraba a manotazos ahí mismo, en el suelo, al frente de las secretarias. Con eso tenían para un mes de estar tranquilos y después empezaban de nuevo.
Isabel Díaz, vecina de los Fernandes por diez años, muestra con el dedo una casa, en un estrecho pasaje en la población Los Pizarreños. Hay dos jóvenes sin polera, cada uno vigilando las salidas de la calle; otro camina por los techos de las casas.
Isabel Díaz sigue apuntando.
- Ahí vivían.
Ella trabajó para Lindú, cuidándole a los hijos en la noche, mientras ella y su pareja estaban en el Ipanema.
-Hizo todo para alejarlos de ese ambiente. Las chiquillas del local iban sólo en la mañana a la casa a buscar su plata, por los trabajos de la noche. Ella llevaba las cuentas en un cuaderno y les pasaba la plata, pero no interactuaban con los niños.
Con 14 años, Junior fue enviado a Santiago, a las cadetes del club, donde compartió y se hizo amigo de Alexis Sánchez. Ambos vivían en una pensión. El técnico a cargo, Roberto Spicto, casi ni lo hizo jugar. Después evacuó un informe a Calama, que básicamente decía que no tenía condiciones ni temperamento para ser jugador profesional. El equipo formativo que recibió el papel se indignó, pero no le quedó más que reintegrarlo a la escuela, que operaba los fines de semana.
-Christian era espectacular, un atleta, como Beausejour, pero mucho más completo. Y Junior en ese tiempo tenía la cabeza en cualquier parte, él lo sabe -dice hoy Spicto.
En mayo de 2005, la selección chilena viajó a Calama para preparar el partido con Bolivia en La Paz. Para los entrenamientos, utilizaron de sparring a la sub 18 de Cobreloa, con Christian a la cabeza. Juvenal Olmos, el DT, tras una práctica, quedó asombrado y se acercó a Luis Alegría, a cargo de los juveniles:
-¿Y ese negrito? ¿De dónde salió? Es todo lo que necesitamos.
-Sí, es extraordinario -le respondió Alegría-. Pero hay que tenerlo amarrado.
Y una mañana, en el predio de entrenamiento de Malloco, le preguntó:
-Negro, pero ¿tú le crees?
Christian Fernandes debutó en primera el 16 de julio de 2006. Jugó once minutos, sus únicos como profesional. Más que lo que hizo en la cancha, sus compañeros recuerdan cómo quedó esa noche tras la celebración del hito.
Fue colmándoles la paciencia a todos los entrenadores de Cobreloa. Para final de ese año, Jorge Aravena, a cargo del primer equipo, tenía decidido deshacerse de él, pero le dio una última oportunidad. lo citó a una reunión.
-Christian, vamos a empezar de cero. Vas a hacerte un examen de dopaje y te vamos a reintegrar. Agradecido, el delantero dejó la sala. Volvió a los dos minutos.
-Sabe profe, es que tuve una fiesta el fin de semana...
Fue separado del plantel. Tuvo que irse a jugar a Mejillones, en tercera división. Junior, también postergado, partió con él.
-Nos los querían regalar, darnos el pase -dice Guillermo Aros, a cargo del equipo de Mejillones-. Pero les dijimos que vinieran a préstamo mejor. Nadie les daba pelota en Cobreloa.
Era la primera vez que ambos vivirían lejos de Lindú. Ella casi no pudo ir a verlos: el Ipanema funcionaba todas las noches, salvo los domingos. A los dos los acomodaron en un albergue junto al estadio y tuvieron que ubicarlos en trabajos para poder pagarles algo: Junior aprendió a soldar y Christian fue guardia de una empresa.
-Era duro: canchas de tierra, los entrenamientos empezaban a las siete y media de la noche y el invierno acá pega duro -sigue Aros-. Pero los dos juntos eran un espectáculo. Se transformaron en personajes de la ciudad. Cuando hacían goles, celebraban como firmando un cheque, porque les habíamos prometido que les íbamos a dar diez lucas por cada gol.
Junior hizo 14 en seis meses.
lo mandaron a llamar de vuelta de Cobreloa. Debutó en primera el 12 de agosto de 2007. Ese mes Alexis Sánchez era presentado en River Plate.
El 29 de noviembre hizo su primer gol en el profesionalismo. Lindú, en las tribunas, tiró fuegos artificiales.
Christian se había quedado en Mejillones. Carlos Rojas, el técnico, amigo de Lindú, se lo llevó después a O'Higgins, donde no alcanzaría a jugar.
-Llamaron avisando de la enfermedad de la mamá. lo mandamos de vuelta en un avión. No volvió más. Estaba devastado -recuerda Rojas.
Lindú llegó al hospital de Calama con un derrame cerebral. Por falta de camas fue derivada a Antofagasta. Allá tampoco le dieron espacio: su caso era irreversible, por lo que no tenía prioridad. La ubicaron en un colchón, en un pasillo, con sábanas usadas. Sus hijos tuvieron que ir a comprar nuevas. Estuvieron seis días así.
Lindinalva Virgilio Vitoria falleció la tarde de sábado 15 de diciembre de 2007.
-¡Juniooooor! ¡Juniooooooor! ¡Asómateeeeeeee!
El funeral de Lindú se hizo el lunes siguiente en el casino del estadio de Cobreloa. Fue doloroso y emotivo para los cercanos, pero colorido para los espectadores ajenos a la familia: trabajadoras de casi todos los locales nocturnos de Calama aparecieron a presentar sus respetos. Junior se veía más entero que Christian.
-Los dos quedaron volando, en el aire, pero sobre todo Christian -dice Alegría-. Tratamos de protegerlo, pero fallamos. Yo lo asumo con culpa como un fracaso del club, porque: ¿cómo la UC fue capaz de proteger a Medel?
-Hay que entender que nada se compara con esto -dice Briceño-. Medel, es cierto, venía de un estrato difícil, sin recursos, pero ambiente como éste no hay otro, no hay otro jugador en todo Chile que haya salido de un lugar así. Yo fui muy amigo de la familia, pero a veces no se puede hacer más.
Según un informe del colegio Adventista de Calama, el padrastro de ambos, Marco Muñoz, con varias causas vigentes en la justicia, una por violencia intrafamiliar, se emparejó días después con otra bailarina del Ipanema y les pidió que se fueran de la casa. Estuvieron dónde una familia amiga dos meses, pero tuvieron que volver a pedir alojamiento al padrastro.
Claudia Apablaza, una apoderada del colegio, de religión evangélica, se ofreció para acoger a los dos, además de una menor que frecuentaba la casa de los Fernandes. Christian y Junior duraron muy poco tiempo bajo esa disciplina, pero la menor se quedó ahí.
Christian consiguió un cupo en el equipo Bellavista de Antofagasta, también de tercera división. Quemel Farías era el entrenador:
-Estaban los dos en una situación muy complicada, porque en ese punto no sabían si podrían vivir del fútbol. Tuvieron que llevar el negocio de la mamá unos meses, con todo lo que eso implica, y estar en ese ambiente no los ayudaba en el deporte. Christian terminó viniendo a Antogafasta sólo los fines de semana. lo que más le preocupaba era la menor, que no tenía a nadie que la cuidara.
Entremedio, Junior tenía que seguir jugando. Con 20 años, aún no se ganaba un lugar definitivo en Cobreloa, sin importar quién fuera el entrenador.
-Era lo mismo con todos -dice Spicto-. Les decíamos los jueves de Junior: en la práctica de fútbol parecía Pelé, un jugador de otro planeta, pero el domingo, en el partido, era un fantasma. Hay que calcular no más qué pasaba desde el jueves al domingo.
A los hinchas les enervaba esa desidia. La mayoría de sus apariciones terminaban entre insultos, algunos muy hirientes.
-Los trabajadores del cobre salen a tomar micro a las cinco de la mañana -dice Rigoberto Alvarado-. Y ven todo, saben quién anda curado, quién se acuesta tarde, quién va a los locales. Y son los mismos que van al estadio. Con los gritos, Junior se venía abajo.
Christian entró es una espiral de autodestrucción: sus amigos de Cobreloa recuerdan que consumía cada vez más drogas. Sumó siete detenciones: desde desórdenes, conducción en estado de ebriedad y porte de drogas, hasta robo en lugar no habitado.
-Llegó al punto de vender su polerón o las zapatillas por dos lucas para poder consumir un poco más -dice un compañero-. Sus amigos eran ya tránsfugas: movían ellos mismos. lo vi varias veces durmiendo en la calle.
Raúl Toro tomó Cobreloa en 2009. Una noche, un anónimo llamó a su pieza de hotel a la 1 de la mañana para decirle que Junior estaba en el casino. Él se levantó, fue a la pieza de él y lo encontró durmiendo.
-Probablemente lo confundieron con el hermano. El ambiente para él ya estaba muy malo y venía de antes; se lo asociaba a las salidas, al alcohol, a las drogas, al hermano. Y en los partidos hacía un par de jugadas y se venía abajo. Se le veía triste, solo.
-Hay que tratar de jugar con todo eso en la cabeza -dice Alegría-. lo que realmente le pasaba, muy pocos lo sabían.
Por esos días, Junior llegó al departamento que arrendaba en la esquina de Cobija con Aníbal Pinto y se dio cuenta de que su plasma había desaparecido. Fue con Francisco Castro, compañero de equipo en Cobreloa y hoy también en la Universidad de Chile, y con un entrenador a un pasaje de la ciudad conocido como "Las tinieblas", dónde los drogadictos van a reventarse. Cuando llegaron, Junior y el entrenador, asustados, dudaron si bajarse o no del auto al ver el panorama: gente tirada en la calle, en colchones. Castro tomó aire y preguntó si alguien había visto a Christian. O al plasma.
Nadie respondió.
Tiempo después supieron que estaba ahí, escondido.
El 19 de octubre de 2009, Claudia Apablaza, la apoderada que quedó a cargo de la menor, llegó a la fiscalía de Calama a hacer la denuncia: la niña que estaba bajo su cuidado le dijo que Christian Fernandes abusaba de ella desde los seis años. Se lee en la declaración de Apablaza:
En su casa (de los Fernandes) tomaban, fumaban, se drogaban, no había valores.
Christian se presentó acompañado de Junior en la oficina del defensor Nelson Pantoja.
-Dijo que era inocente, que no lo había hecho -recuerda el abogado-. Su hermano estaba ido, no hablo nada.
Christian Fernandes renunció a su derecho a guardar silencio:
-Ella dice que cometí un ilícito, pero de chica fue muy mentirosa. Una vez inventó que Junior se había muerto (...). Yo juego a la pelota, siempre he jugado a la pelota - alcanzó a decir antes de ponerse a llorar.
La investigación judicial incluyó a varios peritos, que entre otras cosas concluyeron que en el hogar de los Fernandes la prostitución era vista como algo habitual.
La menor, entonces de 13 años, le dijo a Iris Grez, asistente social, que diferenciaba a los dos hermanos Fernandes; que Christian era el malo y Junior el bueno.
El juicio mismo duró un día, el 2 de agosto de 2010. Estaban todos, menos Junior que, pese a ser testigo de la defensa, no acudió porque estaba jugando en Santiago.
Christian Fernandes fue sentenciado a 10 años y un día.
No acudió a la lectura de la sentencia, la semana siguiente.
Estaba prófugo.
A fines de 2009, Raúl Toro tenía que decidir quién seguía para el siguiente año en Cobreloa. Se reunió con los dirigentes a discutir el caso de Junior.
-Me dijeron: Raúl, no creas como los otros técnicos antes, que Junior es más que lo que has visto. Es esto no más.
Alegría hizo una última gestión: le consiguió un contrato de 1,3 millones mensuales por dos años, una base para estabilizar su vida en ese caos. Junior se negó.
Se fue a vivir a Santiago, con unos conocidos en Puente Alto, cerca de Santa Rosa. Comenzó a entrenarse en La Pintana.
Osvaldo Hurtado, ex figura de la Universidad Católica, en ese entonces entrenador de Magallanes, se enteró y le dijo que fuera a conversar al predio de Malloco:
-Yo sé tu historia, he leído de tu mamá. Sólo te voy a pedir una cosa: pórtate bien -le advirtió.
Junior ganaría 400 mil pesos, de nuevo en tercera división.
El equipo hizo la pretemporada en Papudo. Al segundo día, Junior le dijo a Hurtado:
-Profe, el Alexis me invitó a ir a verlo a Italia, ya me mandó los pasajes. Es una semana no más.
Hurtado intentó persuadirlo.
-Le dije: a qué vas a ir a huevear allá; a ver cómo otros hacen goles, si eres tú el que tiene que hacer los goles. Si te concentras, si te portas bien, no vas a necesitar que nadie te ande mandando pasajes.
Junior viajó igual. La semana se transformó en un mes.
La desobediencia puede haber servido. Roberto Spicto:
-Se dio cuenta de todo lo que tenía su amigo y lo poco que tenía él. Alexis le dio un gran ejemplo.
Junior volvió renovado. Pese a las canchas malas, a los camarines fríos, a las patadas a la altura del cuello, brilló como nunca antes.
Hurtado estaba encantado: Magallanes marchaba derecho hacia el ascenso. Pero una mañana, Junior no llegó:
-Llamé a la casa donde se quedaba y me decían que venía en el metro. Llamé una hora más tarde y seguía en el metro. En la tarde seguía en el metro. Atrinqué a su mejor amigo en el plantel y me contó: se había ido a Perú.
Junior estuvo dos semanas a prueba en el Deportivo Coopsol, de la segunda división peruana, siguiendo la gestión de un representante. Allá, dijo, nada era cómo le habían prometido por teléfono.
-Después llamó de vuelta -cuenta Hurtado-. Yo, la verdad, estaba bien caliente, pero me aguanté: estaba preocupado de que lo hubieran querido cargar con drogas o algo así. lo aceptamos de vuelta.
En el norte, Christian seguía prófugo y se hacía pasar por colombiano para evadir los controles de identidad. Isabel Díaz, la vecina que lo cuidó cuando niño, lo tuvo escondido un tiempo.
Junior viajó dos veces al norte, con permiso del club, a juntarse con él. Pese a que antes de la denuncia eran muy cercanos, perdió contacto con la menor.
Magallanes ganó el campeonato. Junior fue la figura.
Hurtado recuerda eso y la mañana en Malloco.
-Negro ¿Pero tú le crees?
Junior lloraba.
-¿A tu hermano? ¿Le crees?
-No sé.
A Jorge Correa, gerente de Palestino, le ofrecieron a fines de 2010 a Junior Fernandes.
-lo acercó Fernando Felicevich, que lo había tomado como un favor a Alexis. Nuestro entrenador, Gustavo Benítez, lo conocía de Cobreloa. Le hicimos contrato con una condición: tenía que dejar la casa de Puente Alto e ir a vivir a una pensión.
Terminó en la casa de los papás de Roberto Ávalos, volante del equipo, que también tenía un pasado complicado que había logado doblar: tras cumplir una condena por narcotráfico, pudo reintegrarse al fútbol. En esa casa, Junior encontró paz.
-Nosotros dejamos en Calama a un niño y tomamos acá en Palestino a un hombre -dice Marcelo Iarruzo, preparador físico-. Físicamente es una rareza en Chile: porcentaje de grasas ridículamente bajos. Se debería cobrar para verlo entrenar: es un gimnasta, como Tomás González, haciendo tijeras y chilenas. Pero, por sobre todo, entendió que esto no era un juego, que era una profesión.
Christian, en Calama, fue detenido en un control de la PDI el 16 de junio de 2011. Intentó el truco del colombiano, esta vez sin éxito. Cayó preso. Tuvo que pasar por un periodo de desintoxicación encerrado. Sus primeros meses fueron durísimos: descompensado, amenazó incluso con matarse, según confirma gente que lo visitó.
Los dirigentes y entrenadores de Cobreloa se impactaron al conocer la noticia. Muchos ni siquiera saben la verdadera razón por la que está encerrado. Uno cuenta que lo fue a ver tiempo después para ofrecerle una salida: había una posibilidad de que la víctima se retractara de la acusación y poder reabrir el caso. La respuesta lo dejó helado:
-Me dijo: "¿Salir a qué? Si no tengo nada, acá al menos me dan techo y comida".
Junior, en Santiago, llegó finalmente al primer plano: hizo nueve goles, lo que le valió su primera nominación a la selección adulta. Sabino Aguad, gerente de la U, se lo ofreció a Sampaoli. Dice:
-No lo quería, no había caso. Incluso armamos partidos de entrenamiento contra Palestino con el único fin de que se entusiasmara.
Javier Briceño se enteró de las negociaciones y le contó a los que manejaban Cobreloa:
-Me respondieron: "¿Qué va a querer la U a ese negro malo, no le ha ganado a nadie?".
El 22 de octubre de 2011 Palestino jugó con la U y Junior hizo un golazo. Sampaoli se convenció. El cuerpo técnico, alertado de su pasado, le dijo que no tendría vacaciones. Se incorporó de inmediato.
Viajó con el equipo a la final de torneo. Contra Cobreloa. En Calama. En el aeropuerto, de casualidad, se encontró con Hurtado:
-Le dije, negro, no puedes perder esta oportunidad. Aférrate, el fútbol es tu tabla de madera en medio del océano, no tienes nada más. Da lo mismo que les falles a tus entrenadores o a los dirigentes, pero no puedes fallarle a tu mamá: sólo tú sabes lo que ella pasó para criarte.
En Calama, Junior visitó a su hermano. Le entregó ropas y, según confirman varios cercanos, un millón de pesos para su seguridad. Ninguno de los dos quiso hablar con "Sábado".
Junior voló de vuelta a Santiago ese domingo. La U ganaría el título tres días después.
Sábado 26 de mayo, 2012. Calama.
- ¡Junioooor, juniooooor! ¡Asómate!
Varios jugadores de la U se ven en las ventanas del hotel Diego de Almagro, lugar de concentración del equipo, que juega los cuartos de final contra Cobreloa. El tipo que grita es un trabajador del Lucifer, el local donde Lindú comenzó bailando en la ciudad y que da justo a la parte trasera del edificio.
-¡Junioooooor¡ ¡Ya po', que se asome pa' saludarlo!
Junior, al día siguiente, dejará el hotel de la concentración azul, para sumarse a la selección chilena, en Calama. Se reencontrará con Alexis Sánchez, del Barcelona, ya no como su compadre, ni su amigo, ni su invitado, ni para recibir favores. Será su compañero.
Javier Briceño: "Si estuviéramos en Estados Unidos, la vida de Junior ya sería una película. Hizo algo increíble, salió del peor lugar posible y supo triunfar. Es el mejor ejemplo de que la persona es más que su entorno: mira dónde terminó él y dónde el hermano".
Esa semana, miles de personas, calameños, se agolparán para intentar ver de cerca a los jugadores de la selección. Gritarán, suplicarán por un autógrafo, un saludo, afuera del hotel. La misma ciudad que hace tres años lo destrozaba, rogará por un gesto de Junior.
Luis Alegría: "Si Christian fue nuestro peor fracaso formativo, Junior es mi mayor orgullo. Tenía todo para perderse. Y se encontró".
-¡Juniooooooor, junioooooooor! -gritan desde el Lucifer.
Los jugadores se encogen de hombros. Hacen señas a las distancia. Dicen que no está.
El jueves de esa semana, Junior, con permiso especial de Claudio Borghi, en estricta reserva y escondido de las decenas de periodistas que vigilaban cada movimiento de la selección chilena, visitará a su hermano, que sigue defendiendo su inocencia y ahora quiere que se reabra el caso.
-¡Juniooooor, junioooooooor!
Es el grito del pasado.
Y Junior no responde.
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#2
Faa, lo lei todo, es impactante de donde salieron y la diferencia entre los hermanos.

Me quedo con esto: "Es el mejor ejemplo de que la persona es más que su entorno: mira dónde terminó él y dónde el hermano".
Rojo de mi vida !!!

Malitox77 | Juanma77
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#3
Lo Lei Todo Esteban Me Quede Yo Tambien Impactado De Donde Salieron Los Hrmanos Fernandez Y La Historia De Cristian Es Lo Mas Feo Que Oi Del Futbol Chileno.
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